Cuando llega me permito ser yo. No es que durante la rutina no lo sea, pero logro encontrarme conmigo misma durante este día. Llego hasta a escucharme, y es que cuando llega este momento es similar a cuando se tienen esos sueños en los que eres tu el espectador y a la vez el protagonista y lo normal es verse caminando, hablando, comiendo y, hasta muchas veces, llegas a juzgar lo que haces mientras te ves actuando. Es estar afuera por unos segundos y observar qué es realmente lo que sucede.
Una excelente profesora de la universidad una vez nos dijo que todos “somos narradores de nuestra propia historia” y yo me pregunto si realmente estamos concientes de esto, porque es fascinante ser el actor y el autor estando conciente de ambos roles… por eso, cuando llega ese día, me permito ser yo, escucharme, prestando verdadera atención, porque siento que es la única manera de jugar los dos papeles.
No sé cuando ensimismarse pasó de moda (si es que algún día llegó a estarlo) porque ahora pareciera que todo nuestro alrededor está creado para olvidarnos de nosotros mismos. Nos despertamos con alarmas que nos hacen olvidar en menos de un segundo en qué pensábamos dormidos, prendemos la tele y vemos las noticias, caminamos o manejamos con música, llegamos al trabajo y más música... Más noticias, más bulla, ¿cuándo te escuchas? O mejor, ¿cuándo le prestas atención a lo que piensas?
Leonardo Padrón, reconocido escritor venezolano, hace unos meses twitteó algo así como “la palabra es lo único que nunca descansa”, esa frase me dejó pensando, porque tiene razón… no descansan, aun cuando trabajan sin ser escuchadas… ¡no descansan! Son la expresión de todo, nos quejamos, no enamoramos, aun cuando no podamos escribir o hablar están ahí trabajando, pensando, creando… Cómo no dedicarles un día para escucharlas, para hacerles caso y valorar su trabajo.
Hay días en los que ir en automático parece ser lo más coherente, en los que no prestar mucha atención es lo que nos da una paz aparente y circunstancial, pero sólo deberían ser muy pocos días, la mayor parte del tiempo es más divertido, dinámico y hasta útil crear concientes, narrar concientes… poner a trabajar a las palabras por decisión propia, porque al final es aun más divertido ser uno mismo el director de nuestra propia obra.
Qué divina sensación esta extraña catarsis durante un paréntesis semanal.
Lilibeth
Lic. Comunicación Social
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