31.1.11

Esa noche que quiero olvidar

Cuando prometí escribir para este espacio tenía una idea muy clara de lo que iba a plasmar, o intentar hacer, en unas cuantas líneas. Sin embargo, los días fueron pasando y aquello, que perfectamente estaba estructurado, se fue perdiendo en la confusión de los acontecimientos diarios.
Salir con mi compañera a tomar una birras, luchar con la arrechera de estar en una casa que atenta contra mi salud, pensar la planificación anual de mi trabajo, intentar ver alguna película de Gus Van Sant o entre los 15 cigarros que me acompañan a diario la gran idea del principio se fue desarmando: azar y muerte.
El ejercicio literario, que estaba pendiente y con memory stick mental, se fue llenando de polvo y olvido; es decir, el estatus de pendiente se desaparecía como el dinero en mi cuenta bancaria  y la tarjetica mental estaba arrugada en un rincón de mi cerebro.
En ese momento, perdido en 140 caracteres laborales, la voz de mi conciencia se apareció como una ventana emergente en la pantalla de mi ordenador, para recordarme que ya estaba cerca de la fecha prometida para entregar mi colaboración.
Después de las respectivas respuestas de torero, como por ejemplo: “tranquila  pronto tendrás el asunto” y cosas por el estilo, la idea original revivió como por arte de magia. Realmente me asaltó como un delincuente.
Al estrellar los dedos contra las teclas de la laptop, me di cuenta que el segundo párrafo fue la escapatoria para tratar de olvidar, borrar, los cinco minutos más angustiantes de mi vida. Fueron cinco o solo dos, eso no importa lo cierto es que quiero olvidar.
¿Olvidar qué? Los sonidos de tres disparos, los sonidos de la gente corriendo con angustia silenciosa, los sonidos de las lágrimas de mi compañera, el sonido seco de cráneo contra la acera y, el peor de todos, la última exhalación del desconocido tirado en el piso.
 Estas letras, con un mínimo de coherencia, me trasladan a los momentos previos a ese acontecimiento y mis palabras: “novia, vamos a esperar el otro Metrobus y aprovechamos y nos fumamos un cigarro” ahí se sucedieron la cadena de horribles sonidos, todo por dejar pasar el transporte y lanzar unas cuantas bocanadas de humo.
En estos días, otra vez, en la parada del Metrobus, con un cigarro en la boca y antes de apagarlo, vi como la conductora cerraba la puerta y arrancaba. El tiempo se hizo un poco más lento. El cigarro en el piso a la espera de ser apagado. Con los ojos perdidos en todas las direcciones y a la espera que ese terrible acontecimiento anterior se repitiera, solo que esta vez el azar me tocara a mí.
No ocurrió nada, solo llegaron personas a esperar su turno para abordar el autobús y terminar el día en su casa, dando gracias a la vida, dios o el azar de no haber recibido ninguna bala y convertirse en una cifra más.

Federico Zaá
Periodista 
http://thecornerofjamesneo.blogspot.com/

27.1.11

Tantas veces Pedro (o reflexiones sobre mi nombre) I

La mayor parte de mi vida sólo conocí tres otros Pedro Camacho: mi abuelo, mi papá y mi primo. Caí en cuenta, a temprana edad, que de escuchar a alguien mencionar ese nombre, había tres (y sólo tres) posibilidades de que no se estuviese refiriendo a mí. Este hecho me tranquilizaba. Años después, ya en la universidad, mi profesora de redacción me dio a conocer a Pedro Camacho, el “escribidor” de la Tía Julia de Vargas Llosa y entendí que mi nombre había sido leído por miles (quizás millones). Este honor me daba alegría. Mucho después, cuando ya tenía curiosidad suficiente (y el ego necesario para hacerlo) decidí googlearme y encontré a Pedro Camacho el dj brasilero, Pedro Camacho el reggaetonero cubano, Pedro Camacho el compositor portugués de música para videojuegos y películas y Pedro Camacho el sacerdote homofóbico. Este hallazgo me provocaba intriga. (Para los que están llevando cuenta, ya van seis menciones de mi nombre y sólo voy por el primer párrafo de este escrito. Imagino que es el precio a pagar por un artículo basado completamente en mi nombre).
Pedro Camacho, Pedro Camacho… Cuando tu nombre es así de común, definitivamente te hace pensar en qué es lo que te hace único. ¿El cine? El más popular de todos los Pedros Camachos en Google es un portugués que compone música para películas e, incluso, es el único tocayo con un perfil en IMDB, la base de datos fílmicos más grande de Internet. Eso hace ver minúscula mi ínfima trayectoria de dos cortometrajes de ficción y un documental ¿El más visitado en Youtube? Ese honor recae, sin duda alguna sobre los hombros de Pedro Camacho, el cubano, que junto a su grupo denominado sencillamente El Clan ha cosechado éxitos reggaetoneros como “Yo no se porqué”, “Mi novia me tiene cansao” y “No tengo la culpa” (este último con más de 48 mil reproducciones por sí solo). ¿Pedro Camacho, escritor? El autor español de El Rincón de Pedro Camacho, un espacio en el que comparte recomendaciones literarias  con sus cientos de seguidores, con una predilección particular por las obras fantasiosas y con contenido mágico.  Tantas veces Pedro, tantos logros. Somos portadores de un nombre de logros, dentro de los cuales los míos, fuera de unos artículos en una revista y uno que otro videíto rodando por la red, eran escasos. Quizás deba más bien agradecer no ser asociado a la oveja negra de todos nosotros los Pedros Camachos, el cura español antiaborto, anti gays y anti derechos de la mujer, un verdadero imbécil que pone en desgracia mi excesivamente usado nombre. Pero hasta eso lo hace único…

Pedro Camacho
Periodista – Documentalista

25.1.11

Vivir en el desierto (I)

Hace poco viajé al Desierto de Atacama. Aparte de ser la analogía perfecta para mi vida sexual del momento, es un lugar increíble que realmente disfruté.
Fui sin investigar absolutamente nada sobre el lugar, lo cual hacía que cada cosa se convirtiera en una experiencia formidable. Recomiendo esto de conocer sin averiguación previa; la incertidumbre y la sorpresa hacen que el viaje valga mucho más. Claro, si no terminas desnudo en algún callejón.
No voy a detallar mucho sobre el lugar para no estropearle el viaje al que decida ir. Además, elevar las expectativas está altamente relacionado a la decepción. ¿Acaso te has  reído de un chiste que empiece con “te tengo uno demasiaaado bueno”?
En fin, el primer día fui con un Tour al Valle de la luna. Luego de una tarde apreciando un paisaje increíble que prácticamente me dislocó la mandíbula, subimos a la Gran Duna ¿Debo describirla o la lógica basta? Una. Gran. Duna.
Al llegar a la cumbre, la mayoría entorpecía el momento con anécdotas totalmente ajenas al lugar, de esas que solo se cuentan para demostrar que has viajado a otros lugares. También revolotearon como moscas  los constantes comentarios redundantes como “Qué bello, mira, el atardecer” (Sí, señora, estoy viendo exactamente lo mismo).
Todos  se fueron callando y ahí, en ese momento de Milton-montaña-atardecer, pensé “¡Qué bolas este lugar, qué bolas mi vida!”. Ahí tenía que estar exactamente así. Solo, en silencio, drogado con el litio concentrado en la neblina…
Hablé solo cuando me daba la gana, eso es genial para alguien como yo, alérgico a las conversaciones de ascensor: cuando quería conversar, siempre había alguien cerca y cuando perdía el interés, simplemente me iba. Así, sin falso interés ni idiota cortesía, solo pude escuchar historias interesantes. Esa es mi idea del Cielo.

Milton Granadillo
Comunicador Social

23.1.11

Ana y el segundo cepillo de dientes


            Había pasado ya algún tiempo y, aún y cuando Ana se encontraba resuelta en el mercado sin góndolas de la soltería, todavía se sorprendía a sí misma sacando el cepillo de dientes de la bolsa de tela para contemplarlo un rato. No lo hacía siempre, pero siempre que lo hacía era de noche.
            Se podría decir que Ana ya había olvidado aquel chico que cumplía su rutina de limpieza bucal en su departamento. No olvidado del todo, claro está, pero lo suficiente para buscar un nuevo un cepillo de dientes. En ese momento, este objetivo era a penas un deseo inconsciente en su mente: Ana tenía un cepillo de dientes, no una colección. Sin embargo, extrañamente, la idea de encontrar una nueva pareja le remitía instantáneamente al cepillo de dientes del antiguo amante que ocultaba en su mesa de luz.
            Una noche, una discoteca, más de una de cerveza. Ana bailaba al ritmo de la música con la alegría de la juventud. Ramiro, al otro lado del lugar, supo notarlo y le gustó. Se abrió paso entre la gente, le habló y salió del encuentro con su número de teléfono. Ana seguía bailando complacida, con un leve aire de triunfo. Al día siguiente, Ramiro llamó a Ana y súbitamente se encontraban en la convención social de coordinar el encuentro con un extraño; costumbre habitual para quien goza el estado civil de no estar comprometido a nada. Sin embargo, para ellos, todo aquello aun conservaba un olor a nuevo.
            Se vieron, rieron, bebieron y se besaron. Ana sentía eso que para describir es casi imposible no utilizar palabras cursis. También estaban las hormonas: el deseo, las ansias por la piel no explorada que quieres tocar con ganas de conquista. Porque era verano, porque hacía calor, porque habían bebido, porque se gustaban y, sobretodo, porque querían, esa noche terminaron en un cuarto de hotel.
            Ana estaba sumida en una nueva intimidad con otro extraño. Y había un matiz familiar en todo eso que le parecía raro: algo le remitía a Sergio cepillándose los dientes en el baño de su departamento pero, a la vez, le incomodaba ver que sólo era ese tal Ramiro, lavándose las manos con un jabón que parecía de plástico. ¿Es que nunca más será lo mismo? ¿O será que aquello es lo mismo y es ella quien cambió?
            Salieron a la calle y la luz del sol se sentía acusadora sobre los amantes que huyen para que la claridad no devele el placer del sexo en sus caras. Se despidieron y Ana tuvo la imagen de dos empresarios que cierran un negocio.
            Al llegar a casa, el silencio la hizo sentir inconscientemente derrotada. Excepto por el cansancio, nada había en esa realidad que sugiriera un cambio: el vacío seguía ahí. Regresaba sola a su casa, sin cepillo de dientes, y desde ese momento tuvo la clara convicción de que esos amores fugaces, realmente, no eran lo suyo.
            Nunca más vio a Ramiro y se prometió a sí misma jamás volver a pisar un hotel.
            Esto último no lo cumpliría.

Adriana

20.1.11

La Superciencia del Entendimiento


A estas alturas del siglo 21 con un nutrido historial armamentista artífice de tragedias por doquier, y nosotros aún apostando unánimemente a la terquedad. Ghandi era grande, y sin embargo su legado en muchas ocasiones perece. Es que ciertamente tenemos un pensamiento general embaulado en la intolerancia, lo cual hace que nos cueste el universo entero ponernos en sintonía, amén de defender un punto, una postura, o una posición que a juicio propio parece ser la inmaculada verdad y nada más…Por supuesto, a nadie le gusta reconocer errores ni equivocaciones, y a todos nos gusta gozar de la aceptación del colectivo.
“La vaina es así y punto”… Es la expresión firme que hacemos en Venezuela cuando defendemos un enfoque en medio de una diatriba, sin concentrarnos en escudriñar si tenemos o no la razón, magnificando así un asunto cual globo de goma inflándose paulatinamente de helio. Y si es de echarnos coñazos, los echamos… He llegado a ver a un par de carajos entrompándose en un sitio público por razones tan triviales como un puesto en una cola o un frenazo de automóviles.  Entretenimiento interactivo, ¡sí! Pero con un trasfondo que lamentar.
¿Tanto cuesta atinar el sentido lógico de las cosas en nuestro cerebro? Cuestión de contrarrestar ese chispazo causado por el sentimiento de orgullo, que tiene la fuerza de un tanque de guerra que en ocasiones bombardea sin compasión ni medición. Me cuesta creer que se trate de una tarea tan complicada, y al contarlo, el 83 % de la masa me responde “es que tu eres demasiado pacífico”, sabiendo yo que lo que en realidad quieren decirme es: “pajúo!”.
Yendo al grano, he aquí mi punto de vista: en la vida hay cosas por las cuales no vale la pena molestarse de modo tal de producir un malestar que al final nos va a perjudicar a nosotros mismos. Y más aún si nos percatamos de que estas situaciones fácilmente pueden presentarse todos los días ¿Que existen otras que sí lo ameritan? Obviamente… Pero queda de parte del criterio lógico de cada quien en saber por cuáles cosas o situaciones vale la pena lanzar el primer golpe.
Si no te gustó este texto, si no estás del todo de acuerdo, ¿¿Qué importa??... Ten tu criterio, aplícalo, pon una canción de Cultura Profética y sé feliz. Me da ladilla molestarme.

Hernán J. Rivero
Ingeniero Civil y Músico

19.1.11

El religioso que perdió el juicio


Terry Jones, un pastor cristiano de una pequeña iglesia de Orlando, Florida (EE.UU.), quien ya fue famoso porque el pasado 11 de septiembre quiso quemar copias del Corán en plena calle. Ahora resulta que celebrará un juicio en contra del libro sagrado del Islam, el próximo 20 de marzo.
Este fanático religioso ha decretado ese día como el "Día del juicio internacional del Corán" y declaró que "El Corán es acusado. Nosotros estamos acusando al Corán de asesinato, violación y de ser responsable de actividades terroristas alrededor del mundo. Estamos acusando al Corán de estos actos violentos" y exhortó a los defensores del libro que lleven testigos y argumentos, de igual manera que lo hará él.
Desde cualquier punto de vista, este llamado no sólo es una provocación para que los fanáticos radicales del Islam tengan nuevas razones para realizar un atentado terrorista, sino que es un disparate tan inmenso, que sólo un irracional fanático no se daría cuenta.
En primer lugar, en el Corán no se nombra ninguno de los actos de los que se le acusan, además, no puedes juzgar un libro. Puedes juzgar a quienes lo escribieron, lo publican o lo leen. Pero debido a que hay libertad de expresión, el libro podría incluso decir todo eso sin ser un delito. Sólo puedes juzgar a los que cometen los actos.
Puedes acusar a aquellos fanáticos religiosos musulmanes que interpretan de una manera violenta y asesina al Corán. Pero condenar el libro sagrado de millones de musulmanes que son completamente pacíficos y que no han tenido nada que ver con el terrorismo, es una atrocidad.
De lo contrario, yo propongo que el 21 de marzo se juzgue a la Biblia por los delitos siguientes: Las Cruzadas, la Inquisición, el silencio ante el genocidio Nazi o las dictaduras latinoamericanas, la demonización de homosexuales que incluso han llevado al suicidio, la transmisión de enfermedades por la prohibición del preservativo, la muerte de pacientes que no recibieron transfusiones de sangre por la prohibición de intercambio sanguíneo de algunas sectas cristianas, y por incitación al odio y a la violencia en nombre de un Dios que dicen que es amor.


Luis Grande
Periodista – Videógrafo – Cineasta

17.1.11

La batalla de Las Fiestas (o Feliz 2011)

EDITORIAL #2 - ENE 2011
 

              Estrés familiar, compras compulsivas y sin sentido, comidas en exceso, los balances de fin de año, lo que te vas a poner, dónde lo vas a pasar, de viaje o trabajando, proyectar un nuevo año. Definitivamente, hay detrás de toda esa pantalla de fiesta decembrina, un velo de carga emocional y física que nos deja diciembre a su paso. Llega enero y, no sabes por qué, terminaron “las fiestas” y sientes que un camión te acaba de pasar por encima sin haber tenido chance de anotar el número de placa.
Sin embargo, más allá del agotamiento que te dejan esas fechas, siéntete orgulloso: sobreviviste.
            Sobreviviste a pasar veladas con tu familia, tus padres, tus hermanos, tus tíos, tus primos, los conflictos nuevos y los de siempre; el típico “¿cuándo terminas la carrera?”, “¿ya tienes trabajo?”, “¿y el novio?”, “¿y cuándo piensan casarse?”, “¿cuándo vienen los hijos?” y el infinito arsenal de preguntas que continúan siendo existenciales para ti, pero que tu familia insiste en disparar como un AK-47 en pleno Irak. Tú, cual soldado con el libro de Sun Tzun bajo el brazo, sobreviviste.
            Sobreviviste las toneladas de comida que pensaste que no serías capaz de digerir: los guisos, las hayacas, el vitel toné, el pavo, la champagne, el vino, etc. Nuevamente, te superaste a ti mismo, sorteaste los complejos que imponen los cánones de belleza y te sumergiste en el mar de comida que estas fechas despliega en tu mesa. Pudiste, sobreviviste.
            Sobreviviste la marejada de regalos y compras navideñas de último momento. Tu tarjeta, corroída de deslizamientos, descansa finalmente en tu cartera y tu estado de cuenta aún existe: no te cancelaron la cuenta, el Banco no te embargó la casa. Estás justo de liquidez, pero viviste para contarlo: sobreviviste.
            Y con la satisfacción de ser una persona capaz de sobrellevar semejante vorágine año tras año, con el sabor a victoria aún en tu boca, te invito a encarar este nuevo año. Porque ganaste una batalla, pero la guerra continúa.
            Feliz 2011, sí. Pero sobre todo, ¡ánimo que tú puedes!

Adriana Bolívar
adreegrafia.tumblr.com

1.1.11

A tu partida

Se acabó nuestra historia, justo a la hora y fecha marcada desde el primer día que empezamos en aquel crucero en medio del mar, y ayer  a la 12 en punto en el reloj, cumpliendo tu promesa pasaste a ser parte de mi pasado.
Te fuiste, como se han ido 31 ya en mi lista, partiste y me quedo recordando lo que me acompañaste a vivir, aquella historia de amor no cerrada que tan pacientemente me ayudaste a superar, mis nervios aquel 15 de junio en el aeropuerto al irme lejos de casa, porque aparte de mi maleta, mis recuerdos y tu, nada más me acompañaba. Viste eso y cada una de las cosas que durante nuestro camino andado por un año pasaron.
Me hiciste sentir un invierno y me regalaste la primavera, contigo todo fue nuevo, un descubrir, me llenaste de música, libros, amigos y lo más valioso de todo, una sensibilidad especial hacia los demás. Y, mientras me  enseñabas, tu tiempo seguía andando, indetenible y preciso, en forma y contexto,  claramente habías dicho que tenías que partir, que no podía amarte ni apegarme porque no puedes darme más que el plazo establecido, pero sé que eres, fuiste y serás el punto de partida de las cosas propuestas, de las metas que empiezan a ser reales, de las expectativas, la ansiedad, el miedo, lo blanco, lo negro y en medio el gris, esa piedra angular de mi futuro en el cual ya no estás.
Por todo lo vivido juntos, los días que reí, las tardes de picnic, las noches que amamos y las madrugadas que no dormimos viéndote envejecer mientras le dabas paso a la mañana que se dibujaba en ti, como una esperanza que impulsa a creer que cada día será mejor. Por cada una de las cosas que te hacían un todo, por eso te dejé ir, sin lágrimas como se estila en estos casos, sin abrazar a nadie, sin tristeza, sin sentir que se acabó aunque así es,  viendo como te esfumas sin poder hacer nada para que te quedes, pero, sabiendo a ciencia cierta que permanecerás como uno de los mas importantes años de mi vida.
Me cuesta despedirme de nuestros recuerdos, pero, la expectativa me inunda mientras amanezco con él sonriéndome de cara al futuro, brindamos anoche con un vino tu partida y hoy le creo que es una nueva posibilidad de hacerlo todo un poco mejor, perdón por mi levedad, es inevitable, él, se ilumina y me atrapa al ofrecerme la posibilidad de seguir avanzando, de evolucionar haciendo lo que amo, me ofrece echar raíces, y quizás hasta puede darme un nuevo amor, es maravilloso lo que podemos hacer juntos, me promete engañar al destino para hacer que todo dependa enteramente de mí, pero, igual que tú,  tiene una condición… Sólo tengo un año para hacer de él, lo mejor que puedo.

Te extrañaré mi querido y buen compañero,

Adiós 2010.

Karin Marcano
Publicista - Productora Audiovisual
karin.marcano­­­@hotmail.com
www.electrokarin.blogspot.com