14.7.11

Para atrás ni para agarrar impulso


Quizá para muchos de nosotros mirar hacia el pasado significa remontarnos en hermosos momentos, pensando en la nostalgia y anhelando que vuelvan esos buenos tiempos. Me pasaba con frecuencia quedarme arreglando algo en mi recámara y luego no levantarme porque sacaba objetos más y más viejos que tenía cada uno su propia historia. De hecho, no puedo olvidarme de unas cartas hermosas de aquel admirador secreto que tuve en el colegio. Él, con su prosa emotiva, juvenil y arriesgada atravesaba el tiempo y se instalaba en mi memoria. Cuando me sentía algo baja de ánimos acudía a esas cartas, lloraba un poco y continuaba mi camino pensando que alguien había escrito algo tan bello para mí.
Y así, quedaba desempolvando más de veinte años de historia, cuando escarbando en una bolsa escucho un sonido de bebé, mi móvil, que aún suena al darle cuerda amenizó todo el momento de seguir sentada en el suelo recordando tanta dicha.
De un tiempo para acá, he decidido no continuar con la nostalgia con tanta frecuencia, sino aventurarme a buscar nuevos caminos, inusitados aromas, exquisitos sabores y sincero afecto. Está muy bien recordar, pero hay que continuar hacia adelante y no quedarse en el suelo limpiando polvo, sino planificando el próximo proyecto. Justificando la vida y haciendo posible nuestros objetivos.
Al hablar de recuerdos, tengo que hablar de las fotos, que tienen el poder de evocar el preciso instante en que la fotografía fue tomada.  Frecuentemente, nos quedamos en la imagen añorando.  Personas algo pasadas de peso, se ven cómo eran antes de llegar a pesos tan altos: ¡no se queden en la imagen, hay que ir a la acción¡ Propónganse bajar de peso tomando una decisión y llevándola a cabo. No se queden en la foto en donde eran felices, o donde sonreían, busquen la manera de tener una mejor sonrisa cada día. Que esa foto de bodas, sea el motor para el amor. Y que esa foto en la playa con los amigos se haga cada vez más frecuente.
Que cada recuerdo, sirva de motivación, que cada persona que está lejos sea una razón para aventurarnos a nuevos caminos y cada necesidad nos mueva a trabajar por lograr lo que aún no está escrito. 


Gilmar Bastardo
Periodismo - Teatro - Publicidad
gilmar1600@gmail.com / @gilmarbastardo

4.7.11

Escena 1

Esc 1/Int/Carro/Día
       En el camino de regreso a casa, después de una intensa jornada de compras, la tía y la abuela conversan sobre temas diversos y un niño escucha la conversación. En la parada momentánea de un semáforo, el pequeño realiza una pregunta, señalando una medalla de la virgen que cuelga en el radio-reproductor:

- Niño: ¿abuela para que sirve eso?
- Abuela: Esa medalla, de nuestra madre celestial, nos protege contra todo lo malo. Aleja a la gente mala, aleja peligro de nuestros seres queridos.
La tía quien espera que el semáforo cambie de luz, asienta con la cabeza. El niño reflexiona por un instante y con incredulidad pregunta
-Niño: ¿cómo puede hacer eso, si solo una medalla de metal?
La tía niega con la cabeza y murmura unas palabras ininteligibles. La abuela entre el estupor y la molestia, se voltea con dura mirada
- Abuela: ¡muchacho no diga eso! Hay que tener fe y no vuelva a decir eso que le duele a la virgen.

La luz cambia, el carro inicia su andar. El niño sin entender lo malo que había dicho bota su mirada por la ventana y solo desea llegar a casa.


Esc 2/Int/Casa-Sala
     La madre abre la puerta y acomoda el equipaje playero en la sala, con ayuda de su hijo. Ella mira el reloj y se dirige directo al teléfono y realiza una llamada.
- Madre: Bendición mamá ¿cómo está todo en esas vacaciones? ¿Qué tal la playa? ¿Cómo está mi hermana?
La mujer asienta con la cabeza y responde con unos esporádicos monosílabos afirmativos.

- Madre: Por acá todo bien y tranquilo, el niño ha visto tele y hemos salido un par de veces a comer por fuera.
El pequeño intenta corregir a la madre, pero ella le hace una amorosa seña para que no interrumpa.
- Madre: nos vemos mañana, que tengan feliz regreso
La madre se voltea, mira directo a los ojos del niño y con esa voz que solo una madre puede tener
- Madre: existen ocasiones, que hay que decir una mentirilla blanca
- Hijo: ¿Qué es una mentira blanca mamá?
- Madre: son aquellas mentiras que no le hacen daño a nadie

    Esos dos episodios son los que recordé de mi infancia ¿por qué? Sencillo, durante toda mi vida o la parte que logro recordar esas escenas se han repetido un sin número de veces. Con diferentes personajes y escenarios pero en el fondo se han vuelto a suceder.
     Del primero, el lastre que me dejó fue esa tendencia a no cuestionar al poder (en cualquiera de sus formas) y al momento de hacerlo siempre lo hago de manera reactiva. Es decir, irracionalmente  #FAIL
     Del segundo, el eterno problema ¿realmente existen mentiras blancas? ¿Qué es más doloroso una verdad inmediata o confesión añejada? Siempre coexisto con esa tensión y lo peor es que termino prefiriendo, creer, en la existencia de ese tipo de mentiras #FAIL

    Definitivo me sale acostarme en un diván ¿alguien conoce uno de confianza y que no mate gente?    

Federico Zaá
Periodista