A menudo vemos cómo las cirugías plásticas se vuelven una necesidad en hombres y mujeres. La verdad es que creo que estas operaciones ayudan muchísimo a subir la autoestima y a ser socialmente más aceptado y a veces a conseguir un mejor empleo.
Pero, cuando la cirugía plástica se usa para tratar de detener el natural progresar del tiempo en las personas, es un total desastre si no se hace de forma sutil. No lo critico, yo misma me he hecho una cirugía plástica, pero es tan sutil que quizá me conozcas y ahora te enteras de que la tengo.
Lo cierto es que es desagradable a mi parecer ver a esas mujeres y hombres de avanzada edad con unas cirugías terribles, que parecen tener una máscara en vez de un rostro. Puedo recordar con nostalgia y alegría cómo vi envejecer a mi abuelito, quien se levantaba desde temprano a trabajar la tierra. Me encantaba verlo a los ojos, ver esas marcas en sus manos del trabajo. Solía sentarme con él a conversar en el porche de la casa de mi tío ¡Qué tiempos aquellos! Para mí eso es belleza.
Quizá me influencia mucho ese libro que leí en primer año de letras “El Banquete” de Platón, en el que la belleza es un ideal al que llega el individuo luego de pasar por varias etapas. La primera fase es ver el físico, es algo que hacemos todos. No podemos olvidar la típica frase “la primera impresión es la que cuenta”. Vivimos en un mundo superficial. Pero también vivimos en un mundo de guerras, odios, vicios. Y no por eso nos metemos a combates o a odiar por doquier. Pero también, vivimos en un mundo en el que ver un rostro hermoso sin maquillaje nos deja atónitos y sin sueño. Un mundo en el que una mirada perdida de una tierna abuelita nos conmueve. Caminos en el que lo superficial no nos interesa porque sin querer hemos pasado a otra etapa de la belleza, nos encaminamos al intelecto, a los intereses y al descubrimiento del otro. Hemos hecho clic, puede que nos hayamos enamorado.
Es por eso que no quisiera ver lo grotesco de no saber envejecer. Puede ser que por mi edad no sepa lo que es sentir ese pasar de la vida. Lo que sí quiero es guardar este escrito cuando me encuentre alguna línea de expresión mal puesta. Y no salir corriendo al cirujano de turno para que me devuelva la piel y el cutis que tuve quince años atrás. O mejor, quisiera estar rodeada de afectos y no sentir que el tiempo pasa en vano, querer saber envejecer.
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