30.8.11

Placeres culposos

Hace meses, estaba en una casa con los amigos de un chico con el que estaba saliendo. Era la primera vez que los conocía, era domingo a la tarde y cada uno sugería una película para ver.
Chico: ¡Una de tiburones!
Yo: No…
Amiga: No, qué predecible que sos.
Chico: ¡Una de zombis!
Yo: ¿Un domingo a la tarde? No…
Amiga: (un poco irónica) ¿Por qué no vemos una comedia o un musical?
Yo: (enajenada) ¡Síiii!
Amiga: (me ve y con seriedad) No estaba hablando en serio…
Yo: Oh…
            La realidad es que entre mis placeres culposos del cine están las comedias románticas y los musicales. Puedo pasarme un fin de semana viendo sólo comedias románticas que tienen lugar en la ciudad de Nueva York, o que tienen como protagonista a Sandra Bullock, o ambas cosas. Me encanta ver una y otra vez musicales, aprenderme las canciones y cantarlas con los personajes.
            Sin embargo, mi gusto es extendido y no sólo se limita a la producción hollywoodense, puede ser del cine independiente norteamericano, francesas, españolas, latinoamericanas, como vengan.
            Fue así como llegué a una de mis películas preferidas que confieso tener en original y que, por lo menos, tres a veces al año, la veo nuevamente: El otro lado de la cama (Emilio Martínez Lázaro, 2004). Una película española que combina en perfecta gracia y armonía los enredos de la comedia romántica con números absurdos de musical por parte de actores que, aunque dan lo mejor de sí, definitivamente no son de la línea del perfomance musical.
            La historia empieza con Paula que deja a Pedro por otro hombre. Ese otro hombre es Javier, el mejor amigo de Pedro. Sin embargo, Javier no quiere dejar a Sonia, su novia de toda la vida. Así se van entramando los enredos y cuestiones como la fidelidad en la pareja y la lealtad en la amistad se van poniendo en cuestionamiento.
            La película empieza con Sonia (Paz Vega) y Paula (Natalia Verbeke) cantando Luna de miel de Julieta Venegas. Sin embargo, uno de los números que AMO, es el de Javier (Ernesto Alterio) en el que se plantea el problema de escoger entre dos mujeres y traicionar a un amigo: en el club de tenis, Javier canta mientras bailarinas salen de la nada y lo acompañan cantando y bailando hasta el vestidor en el que los pantalones y los lavamanos son parte del número de baile. El tono de la interpretación de la canción realza la veta de absurdo de los musicales clásicos en los cuales los personajes cantan y bailan sin alterar el hilo de la realidad de la historia. Para corroborar, hagan click, vean el video y pasen un buen rato: http://www.youtube.com/watch?v=FBkqJK-qURI
            De igual forma, los actores de El otro lado de la cama, no son -ni necesitan- ser profesionales del ámbito musical. Claro ejemplo es el de Pedro (Guillermo Toledo) quien pone todo lo mejor de sí en el baile y en el canto y logra una interpretación a penas decente pero que no desentona con el resto del reparto, ya que no es la idea el crear un musical de género. Así el tono cómico se basa en parte en la parodia que se hace al musical sin que esto llegue a ser el tema mismo del film.
            Luego del episodio con la amiga de aquel chico (y que salir con alguien que sea aficionado a “películas de tiburones” –como si existiera el género- podría ser tema para otro post), me di cuenta que es necesario reivindicar el papel que juegan los placeres culposos cinematográficos en nuestras vidas. Cada uno tendrá esa película poco valorada por el público o por sus amigos cercanos pero que a usted le hace reír, llorar, bailar, deprimirse: lo mueve, lo hace sentirse vivo y parte de algo. Pues, bien, es el momento de blanquearse, es el momento de sacar del clóset esos films y gritar al mundo: ¡sí, me gusta, ¿y qué?!
            Ahora bien, podría terminar este post preguntándoles cuál película es su placer culposo. No caeré en esa trampa. Sin embargo, sí puedo terminar confesando que me encantaría saberlo y verlo escrito en la parte de los comentarios.




Adriana

1 comentario:

  1. "Soy el niño melóooooooooooon... El niño melóooooooooon"...

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Las críticas constructivas siempre son bien recibidas. Adelante.